sábado, 11 de diciembre de 2010

En 1895 nos volvimos a trasladar, esta vez a Barcelona: una próspera ciudad de la costa mediterránea. Cuando tenía 16 años, mi tío nos envió dinero para que yo pudiera ir a estudiar a Madrid, a la escuela de pintura más prestigiosa de España: la Escuela de San Fernando. ¡Yo estaba entusiasmado! pero el encanto de Madrid me duró poco. Me decepcionaron aquellos métodos de enseñanzas tan tradicionales y conservadores y, en lugar de asistir a clase, prefería visitar museos.
Poco tiempo después volví a Barcelona, renovado y con muchas ganas de pintar. Cada día me reunía con mis amigos en una cervecería llamada "Els Quatre Gats", un punto de encuentro de artistas e intelectuales donde se celebraban exposiciones, conciertos, lecturas, etcétera. Allí realicé, con 19 años, mi primera exposición en solitario. Todos eran retratos de mis amigos, que tuve que colgar con chinchetas porque no tenía dinero para comprar marcos.

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