En 1891, con toda la familia, nos trasladamos a La Coruña, al norte de España, una ciudad lluviosa de la costa atlántica, donde mi padre había recibido una plaza de profesor en la Escuela de Bellas Artes. Yo también asistía a sus clases. En aquella época me gustaba pintar paisajes y retratos de la familia. Un día mi padre, sorprendido por mi habilidad para pintar me dio sus pinceles y decidió no pintar nunca más.
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| José Ruiz Blasco (1838-1913) |
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